Las elecciones auténticas son un componente necesario para tener un país sano y estable, prácticamente un safe space. No solamente así, eso está ligado a otros derechos humanos como la libre expresión, vivir libre de discriminación y derecho a moverte libremente por ahí, en todo esto hay una palabra —y un sentimiento— recurrente; libertad. ¿No es eso lo que todos estamos buscando?… pero, por la libertad… ¿Cuánto estamos dispuestos a entregar?
En países de Sudamérica, el mejoramiento de la economía es una solución, una razón por la cual nadie se siente libre. Situaciones laborales, sociales y por supuesto, políticas, dejaban ver la desesperación de un país. Claro que un presidente que promete mejorar la calidad de vida suena prometedor sin importar el camino que se tome.
A pesar de todo, los tomadores de decisiones cumplen algo de lo que prometen, pero; ¿Qué consideras más valioso? ¿Una economía estable o los derechos? Es ahí donde está la clave.
Algo similar ocurrió en E.E.U.U. cuando el ex-presidente Trump tomó la presidencia, pues las reglas de sana convivencia fueron modificadas. Es importante notar que puestos tan importantes demandan una gran responsabilidad que muchas veces escapa las posibilidades humanas, no es una justificación pero tener millones de vida en las manos, seguramente no debe ser sencillo. Es interesante jugar al abogado de ya sabes quien, pero siempre se debe tener un punto de vista diferente y así podes enriquecer la opinión personal.
También, no olvidemos que el mundo está cambiando rápidamente, ya que en las elecciones de México dos mujeres compitieron por el puesto y una de ellas lo ganó, algo que no es nada común en la política de ese país. México tiene su primera presidenta de su historia, será cuestión de tiempo ver como ese cambio se permea a la sociedad.
En época de elecciones la visión de los ciudadanos está en el futuro, pero ¿después? Una vez pasan las elecciones y todo tiene el final que ya conocemos y de memoria, es fácil olvidar y seguir adelante, es más, muchas veces se sigue sin honrar esa esperanza, porque obvio es más fácil culpar a alguien más que a uno mismo, ¿No será que el pueblo evade la responsabilidad? No estamos aislados del sistema del cual muchas veces nos quejamos. ¿No será a caso que no se están tomando las riendas de la vida?
Un mejor país, es más, ya ni si quiera eso, un mejor entorno, no se logra solo eligiendo un presidente, un jefe o alguien a cargo, sino desde el centro de esa sociedad o grupo que lo integra. Menos queja y más acción, que la queja no es mala, lo malo es quedarse ahí…